Las cinco leyes del Dinero



Las cinco leyes del Dinero.


Si pudieras escoger entre un saco lleno de Billetes o un libro donde estuvieran grabadas unas palabras llenas de sabiduría, ¿qué escogerías? _________



“Escuchad a los perros salvajes a lo lejos, en la noche. Aúllan y gimen porque el hambre les corroe las entrañas. Pero dadles comida y observad lo que hacen. Se pelean y se pavonean. Y después siguen peleándose y pavoneándose, sin preocuparse por el mañana. Exactamente igual que los hijos de los hombres. Dadles a escoger entre el dinero y la sabiduría: ¿qué hacen? Ignoran la sabiduría y malgastan el dinero. Al día siguiente, se quejan porque ya no tienen dinero.”

A aquellos que respetan las cinco leyes del dinero, se les ofrece una rica recompensa.
Cada una de las cinco leyes es rica en significado.

La primera ley del Dinero.
El dinero acude fácilmente, en cantidades siempre más importantes, al hombre que reserva no menos de una décima parte de sus ganancias para crear un bien en previsión de su futuro y del de su familia.
El hombre que sólo reserva la décima parte de sus ganancias de forma regular y la invierte con sabiduría seguramente creará una inversión valiosa que le procurará unos ingresos para el futuro y una mayor seguridad para su familia si llegara el caso que llegase a faltar. Esta ley dice que el dinero siempre acude libremente a un hombre así.

La segunda ley del Dinero.
El dinero trabaja con diligencia y de forma rentable para el poseedor sabio que le encuentra un uso provechoso, multiplicándose incluso como los rebaños en los campos.
Verdaderamente, el dinero es un trabajador voluntarioso. Siempre está impaciente por multiplicarse cuando se presenta la oportunidad. A todos los hombres que tienen un tesoro de oro reservado, se les presenta una oportunidad, permitiéndoles aprovecharla. Con los años, el dinero se multiplica de manera sorprendente.

La tercera ley del Dinero.
El dinero permanece bajo la protección del poseedor prudente que lo invierte según los consejos de hombres sabios.
El dinero se aferra al poseedor prudente, aunque se trate de un poseedor despreocupado. El hombre que busca la opinión de hombres sabios en la forma de negociar con dinero aprende rápidamente a no arriesgar su tesoro y a preservarlo y verlo aumentar con satisfacción.

La cuarta ley del Dinero.
El dinero escapa al hombre que invierte sin fin alguno en empresas que no le son familiares o que no son aprobadas por aquellos que conocen la forma de utilizar el dinero.
Para el hombre que tiene dinero pero que no tiene experiencia en los negocios, muchas inversiones parecen provechosas. A menudo, estas inversiones comportan un riesgo, y los hombres sabios que las estudian demuestran rápidamente que son muy poco rentables. Así pues, el poseedor inexperto que se fía de su propio juicio y que invierte en una empresa con la que no está familiarizado descubre a menudo que su juicio es incorrecto y paga su inexperiencia con parte de sus ahorros. Sabio es aquel que invierte sus riquezas  según los consejos de hombres expertos en el arte de administrar el dinero.

La quinta ley del Dinero.
El dinero huye del hombre que lo fuerza en ganancias imposibles, que sigue el seductor consejo de defraudadores y estafadores o que se fía de su propia inexperiencia y de sus románticas intenciones de inversión.
El nuevo poseedor del dinero  siempre se encontrará con proposiciones extravagantes que son tan emocionantes como la aventura. Éstas dan la impresión de proporcionar unos poderes mágicos a su riqueza que lo hacen capaz de conseguir ganancias imposibles. Pero, verdaderamente, desconfíe; los hombres sabios conocen bien las trampas que se esconden detrás de cada plan que pretende enriquecer de forma repentina.

Sin embargo, no se trata de secretos, sino de grandes verdades que todos los hombres deben aprender primero y seguir después si desean escapar de la multitud que, como los perros salvajes, se preocupa todos los días por su ración de pan.

GEORGE CLASON

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