Esto es lo que piensa un pobre y lo que piensa un rico.
Wilson había leído “La Ciencia de Hacerse Rico”, un
libro que entre otros temas postula el cambio de mentalidad como base para el
éxito. El muchacho había quedado impresionado con la lectura y entonces,
sentado en la sala de su casa, frente a su hermana y a su cuñado, dice:
“De acá a cinco años voy a ser millonario.”
“Ja, ja, ja”.- se carcajea el cuñado.
“Me has hecho reír gratis.” Y luego, sigue hablando:
“Millonario misio, ¿cuándo has visto a un millonario pobre?.”
“Primero, está en la mente, hermano, después en el
bolsillo”.- Le dice Wilson.
“¡Fuera de acá!. Déjate de huevabadas y ponte a trabajar
como negro para que vivas como blanco.”
Ese diálogo puede parecer chistoso e incluso muy común.
Detrás de él se esconde “una cierta manera de razonar”. Primero, la creencia de
que al que sueña en grande le han pintado pajaritos en el aire. La tendencia es
a burlarse de quien comparte sus intenciones de éxito masivo. A veces, son los
amigos más cercanos. A veces, son los propios familiares. A veces, son los que
viven en nuestra propia casa. Seguido a las burlas, está la visión de que el
éxito es “trabajo duro.”
En la Biblia, hay un pasaje muy bueno que dice: “Los
pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia.” No dice: El
sudor, no dice el trabajo, no dice la mano de obra del diligente. Dice: LOS
PENSAMIENTOS del diligente.
Queremos que usted cambie su chip. Queremos que comprenda
que trabajo duro no es sinónimo de riqueza. Queremos que compare los siguientes
conceptos: Trabajo duro vs Esfuerzo Inteligente.
Esfuerzo inteligente también significa madrugar. Esfuerzo
inteligente también significa hacer más con menos. Esfuerzo inteligente también
significa laborar más que el promedio. La única diferencia es que los frutos
del esfuerzo inteligente son diametralmente opuestos a los frutos del trabajo
duro.
Le voy a compartir dos ejemplos muy sencillos:
Una señora se levanta a las 5 de la mañana para preparar el
desayuno a sus hijos y luego salir lo más temprano que pueda con destino a su
trabajo. Su hora de ingreso es a las 8 de la mañana. Ella llega al edificio en
el que trabaja, limpia las ventanas, los baños, los pasillos. Teóricamente, su
hora de salida es a las 5 de la tarde, pero va saliendo a las 5 y 20. Entonces,
mientras se sube al transporte público, llega a su casa más o menos al
promediar las 7 de la noche. Llega cansada, apenas ve a sus hijos. Luego, hace
los quehaceres en la casa y termina como a las 10 de la noche, como ella misma
dice, MUERTA.
Ese es un caso. Quiero que ahora piense en otra mujer de la
misma edad. De la misma condición. Ésta mujer se levanta a las 4 de la mañana,
se va al mercado a hacer compras para su negocio, luego regresa, prepara el
desayuno, pero a diferencia del anterior caso, ella no sale de la casa con
destino a su empleo, sino con destino a su propio local. Ella está
desarrollando un restaurante por eso sale de madrugada al mercado a comprar
insumos. Su visión es tener varios locales. Ella ha empezado de abajo, con una
mesa y unas viejas sillas que su amiga le regaló. Empezó sólita y ahora ya va
armando su equipo: una amiga le ayuda en la cocina, otra chica atiende a la
clientela. Ésta señora regresa a su casa también al promediar las 7 de la
noche. Regresa cansada. Atiende a sus hijos, atiende los quehaceres del hogar y
se prepara para el día siguiente. Ella se acuesta pasadas las once de la noche
y a las 4 de la mañana ya está de pie.
Las dos mujeres se esfuerzan mucho, ¿pero sabes cuál es la
diferencia? La primera mujer trabaja duro para construir un ingreso. El día que
ella deje de trabajar, ella deja de ganar. La segunda mujer se esfuerza, pero
su esfuerzo es un esfuerzo inteligente. Ella no está construyendo un ingreso,
ella está construyendo un ACTIVO. Ella tiene una visión muy clara.
Señores, toda la diferencia es la manera de pensar.
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